martes, 11 de diciembre de 2012

3- Cumpleaños feliz


Cerré los ojos y respiré profundamente, un olor a salitre llenó mis pulmones a la vez que una suave brisa rozaba mi piel y removía mi pelo. Un aullido se oyó a lo lejos y no pude evitar sonreír, ya eran las doce. Es increíble lo rápido que pasa el tiempo y lo poco que cambian algunas cosas.

-Felicidades preciosa - me susurró Dani en el oído justo antes de darme un dulce beso en los labios.

Otras, en cambio, habían cambiado muchísimo en los últimos 5 años. No sé cuál fue el momento exacto en que mi padre decidió dejar de ser un nómada, ni cuando Dani y yo dejamos de ser solo amigos, ni cuando empezamos a ser un pueblo con superpoblación juvenil, lo que sí sabía con certeza era que esta nueva vida, o al menos casi todo de ella, me encantaba.

-Gracias – dije separándome de él, estábamos en una pequeña playa situada a unos 10km del pueblo, abrí los ojos y me sumergí en esos preciosos ojos azules, le sonreí – mis padres me van a matar, que lo sepas… - le besé – deberíamos volver que mañana hay clase y es muy tarde…
-Es que quería ser el primero en felicitarte – le sonreí pero no pude evitar mirar hacia el bosque, por muy absurdo que parezca, pensé que el lobo había sido el primero, al pensar esto me dio vergüenza, así que me volví a Dani y lo besé, fue un beso más largo e intenso.

Ring…Ring…Ring…
-¿Si? Sí mama… tranquila estoy con Dani…en la playa… ¡pues claro que tienes que estar tranquila! No… ¡No, mamá, no estoy haciendo nada malo! Que si… que ya voy… Adiós…- Mi madre estaba preocupada siempre desde que nos mudamos pero más especialmente desde que se enteró de que algunas noches me escapaba al bosque para encontrarme con aquel precioso lobo gris, cosa que no había vuelto a pasar desde aquella primera vez. Lo busqué durante horas, días, meses, años... pero no lo encontré, eso me frustró tanto que llegué a obsesionarme y hace casi 3 años mis padres me prohibieron ir al bosque sola y muchísimo menos por las noches.

Llegamos a mi casa y mi madre estaba esperándome en la puerta, me bajé de la moto de Dani, le di un beso y esperé a que se marchara.
-Felicidades, cariño – caminé hacia ella, me dio un beso y añadió – Ahora vete a la cama que mañana tienes clase y mira que tarde es ya.

Asentí resentida, entramos en casa, recorrí el pasillo hasta la cocina, me hice un sándwich y me fui a mi habitación, seguida en todo momento por mi madre. Una vez en la habitación, mi madre me dio las buenas noches y por fin me dejó sola, era tarde pero no tenía nada de sueño, me puse el pijama, abrí la ventana y me senté, respiré profundamente ese olor a eucalipto que tanto me embaucaba, ya era mi cumpleaños y lo único que quería era volver a ver a aquel lobo, todo lo demás que me pudiesen regalar no lo quería. El día de mi cumpleaños era el día que más ansiaba volver a verle, pues cada año el día de mi cumpleaños a las doce en punto un aullido recorría todo el bosque, pero luego desaparecía, por mucho que lo buscase nunca lo encontraba. Un extraño movimiento entre los árboles me sacó de mis pensamientos, dirigí hacia los arboles mis ojos y estos se abrieron como platos. No era posible, no podía ser real, él no podía estar allí, entre la primera hilera de arboles que bordeaban mi casa, mirándome fijamente después de tanto tiempo, había cambiado pero era él, estaba segura, sus ojos me miraban de la misma forma que aquella vez.

Bajé por la estructura de madera por la que crecían las enredaderas pero sin apartar mis ojos de él, tenía un miedo horrible a que volviese a desaparecer y llevaba mucho tiempo esperando este encuentro. Llegué al suelo y empecé a caminar muy despacio, con miedo y nerviosismo. Estábamos lo suficientemente cerca como para que sus ojos me hipnotizaran de la misma forma que lo habían hecho años atrás, aumenté ligeramente la velocidad y el lobo retrocedió, me quedé paralizada, no quería que se fuese pero unos metros más allá volvió a pararse y a mirarme. Seguí caminando, más y más, estaba muy cerca, a un escaso metro, estiré el brazo y fue él quien se aproximó, cerré los ojos al sentir el suave y duro pelaje entre mis dedos, se me saltaron las lagrimas, no había nadie en el mundo en ese momento que fuese más feliz que yo, me agaché y le rodeé con mis brazos, él me lamió alegremente la cara, me separé unos centímetros y le acaricié cariñosamente entre las orejas, me senté con las piernas cruzadas y él se recostó sobre ellas, era realmente precioso.
-Gracias – le susurré. No fui consciente del tiempo que habíamos pasado así hasta que los primeros rayos del sol atravesaron los árboles, el precioso lobo gris se levantó tan rápido que me asustó – Debería entrar en casa antes de que mi madre suba a despertarme. – lo dije con el fin de auto convencerme a mí misma, me levanté aunque no pude moverme, ninguno de los dos lo hacía, simplemente nos mirábamos, él con curiosidad, como la primera vez y yo era incapaz de apartar la mirada, al cabo de unos minutos, él pareció darse cuenta de que era incapaz de moverme, se acercó, me lamió la mano y se fue lentamente por el bosque. Cuando su pelaje había desaparecido completamente trepé hasta mi ventana y me metí en la cama, miré el reloj y supe que en 20 minutos aparecería mi madre para despertarme, aún así, estaba tan cansada que me quedé dormida.

Cumpleaaños feliz…cumpleaños feliz…te deseeamos Anaa…cumpleaños feliz…
-¡Felicidades, cariño! – gritaron mis padres a la vez. Definitivamente dormir 20 minutos no me había sentado nada bien, aún así, abrí los ojos y puse la mejor cara que tenía.
- Buenos días, cielo, ¿has dormido bien? – preguntó mi madre a la vez que realizaba su ritual recorrido abriendo todas las cortinas de mi habitación y terminando en mi cama para darme un beso en la frente.
-Vístete y baja a la cocina a desayunar que tenemos una sorpresa para ti- dijo mi padre sonriendo y acercándose a mí para darme un beso.
-¿Una sorpresa? ¿Y me va a gustar? – dije saliendo de la cama tan rápido como mis agotados músculos me lo permitieron.
-Esperamos que así sea, hija.- dijo mi padre sonriendo y ambos salieron de la habitación. Si lo había elegido mi padre seguro que me gustaba.

Mientras bajaba las escaleras escuche mucho alboroto, cada paso que daba se oían más voces, risas,… al reconocer la voz de mi hermana Elisa salí corriendo a la cocina, esta estaba repleta de gente, estaban Miguel, su esposa Kristen y sus 4 hijos Austin, Kyle, Loghan y Susan, también Andrés, su mujer Abella y su hija Maiara, Javi con su novia Coraline y Elisa, toda mi familia al completo estaban en esta gran cocina que con tanta gente parecía pequeña.

-¡FELICIDADES! – gritaron todos al verme, en la mesa había un gran pastel de chocolate hecho por mi madre, era mi favorito, también había tortitas, gofres, mini palmeritas, cruasanes,… nunca entenderé como mi madre era capaz de cocinar para tantísima gente, de los cuales varios comíamos por 2 o por 3 incluso.

Andrés y su familia me regalaron una sudadera azul turquesa, unos vaqueros y una camiseta, Miguel y su familia un estuche de maquillaje, seguramente lo había elegido Kristen, Javi me regaló un viaje para ir a su casa de París y Elisa me regaló un cuadro hecho por ella de un bosque de noche con un lobo gris aullando a la luna llena, como se notaba que Elisa era la que mejor me conocía, la que más tiempo había vivido conmigo.

Toc…Toc…Toc…
-¿Puedo pasar? – pregunté a Cecilia, la profesora de química, ella me sonrió.
-¿Por qué llegas tarde?
-Porque mis padres me han dado una sorpresa, hoy es mi cumpleaños y han venido a casa toda mi familia, mis hermanos y mis sobrinos…
-Ah, felicidades, anda pasa… -Entré corriendo y me senté en mi mesa al lado de Raquel.
-Felicidades… - me susurró Raquel.
-Raquel, mi madre os invita a Dani y a ti a comer con nosotros en el restaurante de Encarnita, vamos a ir los 15 y quieren que vengáis vosotros también. ¿Qué? ¿Te apuntas?- ni Raquel ni Dani conocían a mi familia al completo, así que tanto Raquel como Dani aceptaron, como muchas personas querían conocer a mi extraña familia.

Esta vez, mi hermano Javi y Coraline vinieron a buscarnos al instituto, Raquel se quedó con la boca abierta cuando vio a mi hermano, la verdad es que era un chico muy atractivo, piel morena, alto, pelo castaño y unos bonitos ojos verdes, el y yo nos parecíamos mucho a excepción de mi altura, el media 1,90 y yo 1,60, por lo que no se me podía considerar una chica alta. En el coche hice las presentaciones y ya Javi hizo el resto, él es el típico chico que cae bien a los 5 segundos de abrir la boca, aún así, de vez en cuando dejaba de hablar con nosotros para hacerle un resumen en francés a su novia, la cual lo agradecía pues no entendía nada de español. Javi me echó alguna que otra miradita elocuente al verme besarme con Dani por el espejo retrovisor, lo mejor de tener hermanos tan mayores es que no eran para nada sobreprotectores, más bien disfrutaban haciéndome de rabiar. Llegamos al restaurante y ya estaban todos sentados en la gran mesa que teníamos reservada, al llegar hicimos las presentaciones pertinentes y nos sentamos.

-Ana… tu sobrino Austin no está nada mal ehh… - me dijo Raquel al oído, la verdad es que sonaba raro pero claro, Austin tenía un año más que yo y era el tipo de chico que le gustaba a Raquel, rubio, ojos azules, piel tostada, alto y musculoso.

Mi familia era de lo más peculiar, unos padres demasiado jóvenes, aparentemente, como para ser padres de un hombre de 37, el cual a su vez también parecía demasiado joven para ser padre de un hijo de 18, estaba claro que mi familia no es muy de esperar a casarse y formar una familia, mi teoría al respecto era bastante lógica, como antes éramos unos nómadas, ciudadanos de ningún lugar, a medida que íban creciendo, cada uno buscaba una forma de alejarse de ese estilo de vida que nuestros padres nos habían impuesto y al cumplir la mayoría de edad lo único que querían era establecerse en un lugar estable y formar una familia normal, pero esto último no les había salido nada bien, no éramos para nada normales, ninguno lo éramos, a veces, por separado podíamos parecerlo pero al juntarnos todas nuestras rarezas, producidas por nuestra extraña infancia y adolescencia salían a la luz y eso es lo que asustaba un poco a los desconocidos.

-Abuela, ¿podremos dormir todos en vuestra casa?- preguntó Loghan a mi madre.
-¡Pues claro! ¿No has visto lo grande que es la casa?- respondió mi madre sonriendo.

-¿Os juntáis, muy a menudo?- preguntó Raquel a Austin, el cual se sentaba a su lado.
-No, que va… una vez cada 2, 3 años… como cada uno vivimos en un lugar del mundo pues no es sencillo…
-Pero todos habláis muy bien español…
-Claro, mis abuelos son españoles, nacieron en algún lugar de España y esa ha sido la lengua materna de mi padre y mis tíos, ellos hablan varios idiomas, pero prefieren hablar en castellano, yo y mis hermanos, por el contrario, dominamos el castellano pero preferimos el inglés y a mi prima Maiara le pasa lo mismo pero con el portugués…
-Joo a mi me encantaría saber más de un idioma…
-Raquel… cuidadito con mi sobrino ehh – la interrumpí y todos los que lo oyeron estallaron en una carcajada.
-Bueno supongo que habréis visto que Ana tiene novio – dijo mi madre y acto seguido todas las miradas se posaron en mí y en Dani, el cual instintivamente se alejo de mí lo que provocó otra carcajada general. Yo estaba muerta de vergüenza y me giré un poco para ocultar mi rostro, entonces reparé en que en la mesa de al lado estaban los Rodiles y algunos de los nuevos jóvenes del pueblo. Sergio no había cambiado demasiado desde la primera vez que le vi, cuando volvió de su año desaparecido, nunca en estos 5 años le había visto sonreír, ni hablar, solo se relacionaba con su familia y con los nuevos, incluso Dani me contó que ya no se hablaba con su hermano Pablo. Cuando íbamos a la tienda y coincidíamos con él, nunca nos miraba, siempre mantenía la mirada baja y hablaba muy bajito para decirnos lo que debíamos pagar, en cambio, el señor Rodiles cuando entraba en la tienda o me cruzaba con él por el pueblo nunca me apartaba la mirada, siempre con esa extraña mirada, una mezcla entre confusión, expectación, agradecimiento, curiosidad,… Una forma tan penetrante que me provocaba escalofríos cada vez que la sentía. Esta vez no fue diferente, los nuevos me miraron con curiosidad, el señor Rodiles de esa forma tan intimidatoria y Sergio simplemente bajo la mirada.

El resto del día fue una gran locura, mi casa estaba repleta de gente, niños correteando, bebé llorando, adolescentes riéndose, padres gritando, mi madre cantando desde la cocina, Raquel y Austin jugando a la Play Station 3, alguien arrastraba muebles en el piso de arriba,… En mi opinión demasiado ruido acostumbrada ya a la tranquilidad del campo, Dani se dio cuenta de que me estaba volviendo loca y me sacó de casa para dar un paseo, fue un agradable paseo por el bosque, me hubiese gustado más estar sola, pero mi madre no lo permitiría y yo sabía que yendo con Dani el lobo no volvería a aparecer.

-¿Cuánto se van a quedar? – preguntó Dani cuando ya no se oía nada más que los animalillos y las hojas bajo nuestros pies.
-Los últimos se irán en 3 semanas, algunos se quedan una semana y otros dos,… - suspiré y él me frenó y giro.
-¿Qué pasa?
-Yo les quiero, pero son muchos y no estoy acostumbrada a una familia tan numerosa… para mí podrían ser todos hermanos míos, casi pego más como hermana de mis sobrinos que se mis propios hermanos, además a Miguel casi ni le conozco,… Tengo una familia de locos ¿no crees?-y me empecé a reír sola y a los pocos segundos el me acompañó.

Al llegar a casa mi madre ya había hecho la cena y la mesa estaba puesta, Raquel y Dani se fueron a sus casas. En mi habitación dormiría con mi sobrina Maiara, ya que por muchas habitaciones que tuviese la casa, no había una habitación para cada uno y nos habíamos repartido de forma más o menos equilibrada. Había sido un cumpleaños genial, había venido toda mi familia y además había estado de nuevo con mi precioso lobo gris. Cerré mis ojos y la oscuridad me trasladó al bosque, una noche de luna llena con misteriosas sombras por doquier, a lo lejos un aullido, corro y no encuentro al lobo, de pronto aparece el señor Rodiles mirándome de esa forma tan penetrante, le hablo pero mi voz no se escucha, otro aullido, pero este es diferente, no es el lobo gris, es un aullido agresivo, intimidante, acto seguido un aullido proveniente de la garganta de mi lobo suena a dolor, a un dolor insoportable, desgarrador, corro pero el señor Rodiles no me deja pasar y de pronto a lo lejos los veo, varios lobos blancos y uno gris, mi lobo gris aunque sus patas están teñidas de escarlata y apenas se tiene en pie, entonces se desploma.

-¡NOOOOOO!- me desperté sobresaltada por lo alto que había sonado mi voz, al abrir los ojos vi a mi sobrina asustada, ya tenía 13 años, pero un grito así asusta a cualquiera – lo siento, ha sido solo una pesadilla – lo dije con el fin de convencernos a las dos, estas pesadillas seguramente se debían a que llevaba más de 24horas despierta o definitivamente mi familia había conseguido que me volviese loca – Intentemos volvernos a dormir.

1 comentario:

  1. Por fin parece que este cacharro me deja comentarte... Me parece increíble el trabajo que estás haciendo, sigue así que yo me pasaré por la página!
    Gracias por enseñármela :)
    Tina

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