lunes, 26 de noviembre de 2012

1- Trotamundos


Era un día soleado, el ruido de la gran ciudad se colaba por la rendija de mi ventana, me gustaba oír la ciudad tan despierta, ya me había acostumbrado a vivir en un séptimo en la Castellana, es decir, en el centro de Madrid. Solo llevaba 8 meses en esta casa pero ya me había adaptado a la gente, a la cultura, al metro, a los coches, al colegio, a...
Toc, toc, toc...
-¡Pasa!-grité por encima del ruido de la calle sin darme cuenta de que Elisa seguía durmiendo en la cama de al lado. Mi madre entró sonriendo a la vez que Elisa me lanzaba un cojín, sí, la había despertado.
-Buenos días niñas-se acercó a mi cama y me besó en la frente, luego se acercó a la cama de mi hermana donde esta estaba cubierta hasta la cabeza y la empezó a hacer cosquillas, eso me hizo gracia y las tres nos carcajeamos.
A los pocos segundos se asomaron por la puerta mi padre y mi hermano Javier, el cual no dudó en saltar sobre mi cama y hacerme cosquillas, los cuatro reíamos, éramos felices, todos menos mi padre. Al parecer, la ciudad le agobiaba, cosa extraña después de haber vivido en tantas ciudades, apenas salía de casa para trabajar y a veces  para pasear por el Retiro.

En la cocina nos esperaban papá y mamá cuando llegamos del colegio, mamá como todos los días nos había preparado la merienda, los tres cogimos nuestros sándwiches dispuestos a irnos a tomarlos al salón pero cuando íbamos a pasar la puerta papá nos interrumpió.
-Chicos, quedaros por favor- fue una petición pero casi sonó a orden-queremos hablar con vosotros.
Nos volvimos y nos sentamos frente a ellos, mi madre parecía triste e intentaba esquivar nuestras miradas, casi podía adivinar qué venía ahora, dejé mi sándwich en el plato y esperé, lo mismo hicieron mis hermanos.
-¿Cuándo?-preguntó Javi con dureza.
-¿A dónde?-preguntó Elisa de igual forma. Yo permanecí en silencio.
-En cuanto terminéis el colegio pero aún no hemos decidido a don...
-¡Pues os tiene que costar lo vuestro! ¿eh? ¡Porque a mis 18 años ya he vivido en los 5 continentes y en más de 20 casas!-se levantó enfurecido y con los puños apretados, estaba claro que estaba harto, como todos, yo le agarré la mano y él se relajó un poco-Acaso ¿os parece normal qué ninguno de vuestros 5 hijos tengan la misma nacionalidad?- dijo casi escupiéndolo - Yo no me voy- Sentenció a la vez que se sentaba.
-Ya eres mayor de edad-dijo mi padre muy serio, estaba claro que si nos íbamos era por él, como en todas las ocasiones anteriores-puedes elegir qué quieres hacer, al igual que han hecho tus hermanos- Elisa abrió la boca- tú tienes 14 años, dentro de 4 años ya elegirás- se levantó y se fue dejándonos en silencio a los 4.
-Pero...para que se acaben las clases solo quedan 3 días y...- miré a mi madre a los ojos, con los míos ya empañados-me...prometiste que me dejarías ir con Clara y su familia la primera semana de vacaciones a su casa de la Sierra...- lo ultimo lo solté rápido para no romper a llorar.
-Tu padre quiere irse ya...- dijo mi madre justificándose.
-Pero... una promesa es una promesa...- no quería llorar, no delante de mi madre, mi hermano me abrazó y no pude evitar romper a llorar entonces.
-Voy a hablar con tu padre...- dijo con una voz cortada, en la que se podía apreciar el dolor por vernos así, no era la primera vez que pasábamos por algo así, hace unos 4 años fue mi hermano Andrés el que decidió dejar de deambular por el mundo y antes de que yo naciera mi hermano Miguel ya no vivía con nosotros, es un modo de vida que cansa y especialmente a nosotros que no lo elegimos. Se levantó y salió de la cocina.
-¿Qué piensas hacer tú?- pregunté a mi hermano a la vez que me separaba un poco de él. Él me tendió los brazos para que me sentara en sus piernas, yo lo hice encantada y lo volví a abrazar.
-Me quedaré un tiempo por aquí ahorrando dinero y luego me gustaría conocer la ciudad donde nací...
-¿Dónde naciste?- preguntó Elisa, esta era muy despistada y olvidaba estas cosas pues al fin y al cabo casi ninguno habíamos estado más de un año donde habíamos nacido. Yo era brasileña, pero no conocía Brasil, todos habíamos nacido en un sitio distinto, Miguel en Milán, Andrés en Florida,... pero apenas hablábamos de ello.
-En París, estuve solo 10 meses y he visto en Internet que es precioso, además, me gustaría aprender francés  puede que  me quede allí y así me podréis venir a ver- dijo sonriendo.
-La verdad, es que a mí también me gustaría conocer Toronto.- dijo Elisa mirando por la ventana.
-¿Y a ti, Ana, te gustaría conocer Río de Janeiro?- me preguntó Javi.
-No sé, me da igual, apenas estuve un mes, tengo tantas ganas de conocerlo como de conocer Toronto o París o...
-Chicos, ¿nos dejáis a solas con Ana?- interrumpió mi padre, mis hermanos se levantaron sin decir ni una palabra y se fueron.- Ana, no me apetece mucho que vayas a la Sierra...
-¡Pero...
-Pero es verdad que si tu madre te lo ha prometido... una promesa no se puede romper...
-¡GRACIAS!

Los últimos días de clase fueron un autentico caos en casa, como en cada mudanza, todo estaba lleno de cajas, montañas y montañas de cajas con los nombres de los propietarios, los muebles estaban siendo tapados con sabanas, la nevera cada vez tenía menos cosas, al igual que los armarios y las estanterías, poco a poco todas nuestras cosas iban siendo empaquetadas. Finalmente mi familia se iría el día previsto, luego Javi me vendría a buscar a casa de Clara y me mandaría en avión hasta mi nuevo hogar.

Por fin arrancó el coche del Padre de Clara, tenía muchísimas ganas de llegar, eran mis primeras vacaciones con una amiga. Cuando llegamos me quedé impresionada, era una casa enorme y preciosa, con la fachada roja y los marcos de las ventanas blancos, con dos pisos y un gran jardín bordeado por un espeso y oscuro bosque, no recordaba haber conocido algo que no fuesen ciudades. Era realmente indescriptible.
-¿Te gusta?- me preguntó Clara.
-Me encanta, es preciosa la casa y el paisaje es...alucinante...
-No sé...
-Sí, no conozco nada tan precioso como ese bosque...- la mirada se me perdía a través de los altos árboles, me embaucaba el olor a pino y el intenso color verde perforaba mis pupilas y era incapaz de apartar la mirada.
-¿Nunca has visto un bosque?- preguntó la madre de Clara, claramente sorprendida.
-¿Cuenta Central Park o el Retiro?- dije con una media sonrisa consiguiendo apartar la mirada del bosque, la madre de Clara me devolvió la sonrisa.- A mis padres creo que no les gusta la naturaleza, he vivido en muchos sitios distintos pero todos lejos de los bosques.
Sacamos las maletas del coche y las subimos a la habitación de Clara, al entrar en la habitación no pude evitar sonreír al ver las fotos y los juguetes de mi amiga, era una habitación con historia  en el marco de la puerta había marcas de altura, se notaba que llevaba veraneando allí toda la vida. No como yo que cada año o menos tenía que embalar todo para irme a otro lado, ya ni nos molestábamos en adornar mucho las paredes y estanterías, todo tenía que estar listo para marcharnos, al menos yo guardaba todos mis recuerdos en una caja debajo de mi cama, siempre lista para salir corriendo. Cuando terminamos, bajamos a la cocina donde los padres de Clara hablaban animadamente con un chico de unos 15 años de piel muy blanca, ojos azules y pelo rubio muy clarito, en cuanto entramos en la habitación el chico se giró y nuestras miradas se encontraron, algo en sus ojos me hizo desconfiar de él, algo en mi interior empezó a arder y mis puños se apretaron inconscientemente.
-¡Hola Marcos!-grito Clara a la vez que corría hacia él. El chico apartó la mirada y Clara se arrojó a sus brazos.
-Hola Clarita- dijo Marcos sonriendo a la vez que la abrazaba y la levantaba del suelo.- ¿me has echado de menos?
-Siii muchísimo- contestó mi amiga sin apartar la mirada de los ojos del chico, yo no pude evitar carraspear- Ah sí, Marcos esta es mi amiga Ana- se giró a mí y añadió- Ana este es Marcos, mi mejor amigo...

Uno de los últimos días los padres de Clara organizaron una excursión, era un día muy soleado y caluroso, Marcos no iba a venir y eso me hizo empezar la excursión con entusiasmo, pues Marcos no se había separado de nosotras ni un minuto en todo el tiempo que llevábamos allí. A las 12 de la mañana ya estábamos atravesando la primera hilera de árboles que bordeaban la casa, fuimos hablando, riendo, cantando y en algo más que una hora llegamos a un lago bastante más grande de lo que yo me imaginaba, colocamos las bolsas bajo un árbol y nosotros cuatro nos sentamos en unas rocas cercanas a la orilla. Clara y yo no fuimos capaces de aguantar ni media hora bajo el sol, nos bañamos durante el resto de la mañana, el agua estaba helada, especialmente para mí ya que mi temperatura corporal suele rondar los 37-38ºC, aún así, era un gusto bañarse en un agua tan cristalina y natural. Después de comer seguía hambrienta con tanta actividad que habíamos realizado por la mañana, pero me dio vergüenza  decírselo a los padres de Clara, estos y Clara estaban disponiéndose para dormirse la siesta.
-¿Os importa que vaya a dar un paseo por los alrededores?- pregunté cortésmente a los padres, los cuales movieron la cabeza a modo de respuesta.
Ya estaba seca pero no me vestí, me puse las zapatillas y me introduje por el espeso bosque, cuanto más rodeada estaba de árboles más feliz, relajada y cómoda me sentía, era como si formase parte de algo, apenas se oían ruidos, solo algunos pájaros cantando o las delicadas patas de algún animalillo rozando la corteza o las hojas de los árboles. Seguí paseando hasta que algo me hizo parar en seco, no sabía lo que era, no podía ver nada extraño pero mi cuerpo se puso en tensión a la espera de lo que fuese, a los pocos segundos de detrás de una gran roca aparecieron 3 lobos totalmente blancos con las mandíbulas apretadas caminando lentamente hacia mí , mi cuerpo se tensó aún más, un fuego recorrió toda mi espalda, estaban dispuestos a matarme, mis piernas no reaccionaban, estaban clavadas en la tierra, mi corazón se aceleró, me había alejado demasiado del lago como para gritar y que me escucharan. Se acabó, los lobos estaban a un salto de abalanzarse sobre mí, me iban a atacar, pero yo no aparté la mirada, les estaba desafiando.
-¡ANA!- la voz de Clara atravesó los árboles y los 3 lobos se quedaron quietos, dos de ellos dieron media vuelta y salieron corriendo, pero uno se quedó unos segundos más, me gruñó y se fue, yo seguía medio paralizada debido a la tensión, creo que incluso tenía la espalda encorvada, mi cuerpo no se relajaba, mis puños seguían cerrados y estuve así, quieta hasta que una mano helada me agarró del hombro y me giró, era Marcos, al verle le aparté y salí corriendo hacia el lago donde estaban los padres de Clara con cara de preocupación.
-Lo siento, me perdí.

6 comentarios:

  1. Mmmm tiene buena pinta... ya me imagina alguna cosilla.... espero que subas el siguiente capítulo!!

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    1. Jajaja Eva... me alegro de que este capitulo te de buena espina... y espero que aunque te imagines cosas... te sorprendas con algo que no te esperes jajaja

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  2. Querida Ana, estoy impresionada con este primer capítulo y sobre todo me he quedado intrigada porque al final de este capítulo me he quedado pensando que va a pasar en el resto del libro.
    Por otra parte, tengo dos teorías:
    La primera: creo que uno de los lobos es Marcos
    La segunda: me parece que la protagonista eres tú.

    Andrea Diaz de Bustamante Grande

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    1. jajaja es de lo que se trata que deje con la intriga al lector, con muchas teorías pero con respuestas que tal vez se hagan esperar mas de lo deseado jajaja

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  3. Me ha encantado, es muy bueno, y efectivamente consigues dejar con la intriga al lector.
    Ya se que lo bueno se hace esperar...pero espero poder seguir leyéndolo, porque es increíble.

    Enhorabuena Ana. Es un buen trabajo.

    Tu seguidora, Ceci

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  4. Muy bueno Ana!...Enhorabuena por el libro y por la iniciativa!! Seguro que J.K. Rowling empezó así!
    Animo que tus seguidores esperamos!!!
    Marta Alvarez

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